Leer un fragmento

Cuento: Vecinas


Entro al departamento convencida de que la muerte es parte de la vida. No te fuiste. Estás acá, latiendo en cada cosa que toco. Traigo cajas. Las miro con resentimiento. No puedo pensar en guardarte. No te merecés ser embalada y guardada en un depósito oscuro. Me niego a hacerlo. La incomodidad me lleva a pensar en otra opción.

Camino por el pasillo. Toco las paredes. Siento las marcas que hicimos juntas moviendo muebles cuando te mudaste. Siempre fuiste mi mejor amiga. No hay razón para que dejes de serlo. Nuestro vínculo es eterno. Llego al cuarto. El olor a tu perfume me lleva a pensar en que estás acá conmigo, solo que no puedo verte. Estoy segura de que estás sentada en la cama, mirándome mientras me pierdo entre tu ropa. Son los detalles los que más me afectan. El cargador de tu teléfono enchufado, por ejemplo. Fueron tus manos las últimas en tocarlo, y sigue ahí, esperando a que vuelvas. Las pantuflas con la forma de tus pies al costado de la cama, el camisón mal doblado abajo de la almohada, el libro en la mesa de luz, y hasta el vaso de agua medio vacío de tu última noche. Miro cada una de las cosas que me rodean esperando a que me hablen. Nuestra foto en la cómoda no está. Eso es raro. Me pregunto por qué razón la moviste de lugar. Por años me dijiste que antes de dormir la mirabas y me decías buenas noches ¿Por qué no está? Mi corazón se acelera. Tengo la permanente sensación de que estás tratando de decirme algo. Siempre te gustaron los acertijos. Sigo el recorrido hasta el baño. Miro tu cepillo de dientes gastado. Tu conciencia ecológica me hace reír. Nunca te gustó tirar nada. Todo está intacto, como esperando a que vuelvas, salvo por la foto. Me obsesiono por encontrarla. Doy vuelta el departamento entero pero no aparece. Pienso en las opciones. O la escondiste muy bien, o la llevaste con vos en tu último día, y si es así ¿por qué lo hiciste?

De pronto me invade una duda ¿Y si en realidad no estás muerta? ¿Y si estoy delirando? De vez en cuando me pasa, en especial en días como éste. El tiempo se para. En un parpadeo veo la luna por la ventana ¿Qué hice todo este tiempo? Me miro en el espejo. Me puse tu ropa, y creo que también tu perfume. Te extraño demasiado. ¿Dónde estás? Hay relaciones que son peligrosas. Obsesión lo llaman algunos. Para mí es idolatría pura. Vivo por y para vos, para nosotras. Algunos recuerdos me invaden, de esos que están escondidos en el fondo del alma. Veo tu cara enojada, tu boca moverse y gritar, pero no escucho ¿Por qué estas tan nerviosa? No me gusta cuando te pones así. Me asusta. No tenías que llamar a la policía. Somos mejores amigas, no solo vecinas. Te conozco hasta en el más mínimo detalle. Somos parte de un mismo organismo. Me mareo. Me acuesto en tu cama para calmarme. Tengo algo en la mano. Es la foto, pero estás vos sola. ¿Por qué la cambiaste? Escucho el ruido de llaves. Hay alguien entrando. Tengo miedo, a la vez alivio. Creo que estás viva, creo que sos vos.

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